Lentamente se sienten esos grados algo más calientes, lentamente la primavera aterriza en Santiago, y los días están más largos, con más amarillo y celeste en medio del delgado velo gris del cielo, el viento hace lo suyo y mi ciudad se prepara con calma para esos bochornos irrespetuosos del verano. Adoro como está el tiempo ahora, sigo con pijama de otoño, con chaquetas y pañuelos alrededor del cuello, hoy hasta salí con gorro. Mediados de noviembre y la frescura no se rinde.
Estoy haciendo la lista mental de los escritos que se vienen: las miradas nn de Leonor, unas palabras para Lourdes, que hace tiempo quiero dedicarle, otras a Alicia en el país de las Maravillas, otra del piano y yo, y así, espero esta semana rearmarme de la cámara y libreta pequeña, de manera de apuntar apenas me invadan las ideas. Estoy más tranquila, al fin, la ebullición interna no para pero está tomando otro giro, y ya las llaves se están ajustando, no ando deshidratándome como por arte de magia, vuelven las sonrisas a instalarse por encima de los pucheros. Y quiero seguir en este carril, no salirme porque no se pasa bien estando bajo una nube tempestuosa y sin señales claras de buenas brisas. Salud por mí.
Hasta la próxima
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*-Andrés Almeida*
Tal vez a estas alturas no importe tanto celebrar algunas palabras de
despedida, pero para este editor resultan indispensables de sacar,...
Hace 13 años
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