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lunes, 26 de octubre de 2009

Foto en blanco

No hay posible foto para esta entrada, simplemente no la hay, porque debería ser un collage, repleto de instantáneas, todas exquisitas, de momentos exquisitos. Acabo de recibir relatos transatlánticos en medio de estos días nubosos, lluviosos, ventosos, repletos de abrazos apretados, sonrisas, manos que se toman, besos que se dan con inmenso cariño...yo agradezco y lloro, no he parado de llorar, necesito un gásfiter que me aprete las cañerías conectadas a mis ojos; lloro en la calle, en el minibus, en la oficina de saneamiento, en la cola del pago de la luz, al pasar por la plaza de Chonchi, al escuchar música en el Ipod, en la mesa de mañío del hostal, en el Ristreto, en la ventana empañada del palafito de Gamboa, me deshidrato y parece un río sin fin. Me pregunto cuándo iré a parar, me pregunto si le preguntaré a mi terapeuta que cresta tengo que hacer para parar esto. Mi madre me habla por teléfono horribleces de su pierna averiada, y yo le envío todo mi cariño mientras me pregunto si podré partir lejos en un par de meses más. R me duele, me duelen los kilómetros, me duelen los coqueteos con otros, me duele su dolor y su ausencia. Ando volando pero con dolor en las alas, duelen los músculos a pesar del hiperjercicio.
Llegó del sur lejos mi gran amiga, uno de mis regalos de la vida, muero por verla, y compartir la batería de cariño de mis otros regalos del archipiélago. Muero por que esté él aquí, juntos. No hay foto posible, por ahora.

domingo, 4 de octubre de 2009

Afónica


Cada vez se me hace más difícil escribir. Es como que estuviera afónica de escritura, estas palabras que ahora tipeo son como hilos de voz, que no quieren apagarse pero que cuesta sacar. Quiero que se pase esto que parece una picadura de bicho, que no se deshincha, que parece no tener fin, es un embrujo del que quiero salir. El invierno sigue instalado acá en la ciudad. Y a veces llueve, como haciéndome compañía. Yo sigo lluviosa, con escampados más largos, pero los aguaceros se vienen como en Chiloé, a cualquier hora y en cualquier momento. Pero como en Chiloé, siempre hay un techo, un alero, un árbol bajo el cual cobijarse.