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lunes, 31 de agosto de 2009

Pateando la perra

Y es que bajan los nervios, falta aire, algo de ansiedad... es el preguntarse si es posible sentirse así de bien por más tiempo.
Porque por más que tengo incorporado a Borges en mi disco duro, con la consciencia de que la vida es sólo momentos, pues de eso está hecha la vida, y a Teillier, recordándome que las palabras son aire que se mueve en los labios para recordarnos lo único presente, que respiramos y que dejamos de respirar,  a pesar de estos hermosos caballeros, es este sentir de que deseo vivir eso por más tiempo, de que encuentro a alguien que tiene muchas partes de mi "collage" en una misma persona; aparece este hombre cuyas diversas facetas son parte de un mismo prisma que quiero tener.
Si, está bien agradecer, lo hago, todo el tiempo y sinceramente agradezco los momentos, pero quiero más, quiero más horas, más días, quiero vida bella con un compañero, quiero buena vida, buen amor, quiero cuidar y que me cuiden, besar y que me besen, reir y hacer reir, construir juntos, reparar juntos,  todo eso. Es mucho pedir? 

miércoles, 26 de agosto de 2009

La hija de Biji

Fue en una fiesta en uno de esos lugares ajados pero con prestancia del pasado mejor, esos castillos que salpican Lastarria y le dan ese airecillo del viejo mundo, que tanto gusta. Nunca entendí enteramente el motivo de la fiesta, ni la performance que dieron después unas locas atadas a unas cuerdas que iban y venían contorneándose por las escaleras. Había que celebrar algo, con buenos vinos, panecillos y música. En eso estaba, ambientándome y tomando, obvio, cuando me encuentro sentada con un compadre gringo y una chilena, de pelo bien liso, cara bien aria, y voz algo pitúa. El gringo andaba en su periplo ciclista, venía de Argentina y le quedaba un buen resto para seguir al sur. Conversamos de su viaje, de mi vida citadina, hasta que el preguntó si habían indígenas en Chile y especialmente en el sur. Yo comenzaba a hablar, ordenando las ideas para darle un barniz de la historia del sur de Chile, esa basada en Bengoa, Molina y Aylwin, cuando irrumpe la pelolisaria, diciendo: "Noooo, acá en Chile no hay indígenas. El sur fue colonizado por alemanes, y eso sí que se ve, bonitos campos, de la época de los colonos, pero indios, no. Se fueron de ahí o se murieron. Ahora hay algunos museos, pero por suerte que llegaron estos colonos, gente de trabajo. Pero indígenas???? Pucha, no poh, no hay... " Y zas! que irrumpe un micrófono, nos hacen movernos, porque empezaba el marco teórico de esta fiesta, que era una especie de amalgama entre estudiosos de Maturana y Varela junto con los más fervientes admiradores de Quilapayún. Los micrófonos, los discursos, disolvieron la conversa y de a poco se disolvió mi cara desencajada y atacada al escuchar a esa mina decir tamaña estupidez e ignorancia. La fiesta empezó y no ví más ni al gringo ni a la ciegadeconocimiento de la rubia. Pero pude preguntarle a la anfitriona, mi amiga, quien conocía a miedo mundo y más. Quién era la mina que estaba conmigo y el gringo en la mesa? "Ahhh, la Mariana. La Mariana Büchi. "Büchi?, algo de Büchi?". "Si. Su hija". La hija de Büchi.
Y esto sucedió y esto así pasó.