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martes, 18 de mayo de 2010

San Francisco, yo te amo

No es la primera vez que me pasa, ( como tampoco me he enamorado de un sólo hombre en la vida) pero el amor a primera vista que tuve con la ciudad de San Francisco fue fulminante. Y mientras más la conozco, de primera mano, y por su historia, más la quiero, y que ganas de nacer de nuevo y ser una vieja,  de esas que caminan sueltas por la calle Powell, y decir: yo conozco esta ciudad, nací aquí, y he vivido por 80 años...esa es una falacia en mi caso, pero como las fantasías son libre albedrío, démosle nomás.
Venía llegando en el bus desde San José, cuando entramos por South San Francisco, y comenzaron a aparecer, como un enorme escenario, los cerros, las casas, las nubes que se mezclaban con la cima de los cerros, como un buen cuadro de Turner. El cielo inmenso, la bahía...Luego al tomar el SamTrans desde el aeropuerto, las impresiones mejoraron aún, al ver lo viva que estaba la ciudad un sábado por la tarde. Algo asustada por el largo de las cuadras, ya que tendría que caminar hasta el Kuleto´s y veía en mi mapa que serían 7 cuadras las que me separaban de la estación de bus, me bajé y el frío me despertó enseguida, las antenas se me pararon y comencé a caminar. Toda mi aprenhensión se esfumó en la primera cuadra, porque las cuadras son a una escala más que humana, así que me pude ir vitrineando hasta el Kuleto´s. Allá esperé a Norma y desde entonces ha sido un disfrute soñado, una gran sorpresa. Y un deseo de quedarme acá, a vivir, a descubrir, a saborear por largo rato esta ciudad. Dan ganas de apretarla, de estrujarla, de echarse en ella, de subirla y bajarla 1001 vez.
Hoy fue el barrio Chino y el Japonés y una larga visita a la tienda del SFOMOMA. Un hooka lounge en la tarde y música en el Bar del Utah en la noche. Día largo y redondo. Como la bahía de San Francisco.